Me fui a hacer la compra, pero esta vez no al Carrefour sino al Colruyt, una cadena de supermercados flamenca que hay aquí muy barata. Entrar allí y conseguir hacer casi toda la compra fue un poco una odisea.
Primero: estaba lleno de gente a pesar de haber ido a la hora de comer.
Segundo: al ser tipo al por mayor todo está colocado como en un almacén y no encontraba nada. De hecho, la parte de la nevera, es como una gran nevera en la que entras para ir a por los yogures, el queso, la fruta... Pero, a pesar de todo, ¡lo conseguí! Salí con mi compra hecha más contenta que ná.
Llegué a casa y me preparé una hamburguesa que tenía congelada y una ensalada de espinacas (recién compradas).
Después de comer, seguí con mi vena de estas que me dan de sacar todo y hacer limpieza y recoger. Estuve un rato, hasta que tuve que adentrarme en el mundo de las agujas y los hilos vía skype: aprendí a coser con mi madre al otro lado del skype ya que mi nuevo chaquetón tiene unos botones un poco, digamos, inestables. Y ya se me había caído dos y perdido uno de ellos, menos mal que estaba el de repuesto.
Me duché y me fui corriendo ya que había quedado con Ire porque teníamos entradas para una obra en el Théâtre de Poche. Es una sala de teatro muy bonita, en medio del parque Bois de la Cambre, en plan... a mi me recordó a una cabaña en medio del bosque, porque además llegamos y ya era de noche (llegamos gracias a la ayuda de un gafapasta al que preguntamos y efectivamente iba también para allá y nos guió pero claro, tuvimos que atravesar parte del parque por la noche sin ver nada). Llegamos y había una antorcha en la puerta para la gente que quisiera fumar supongo, para tener algo de calor. Por dentro era muy bonito, el bar daba la sensación de ser muy familiar y había bastante gente para ver el teatro.

Aparte de la obra que nos gustó un montón, tuvo de todo: momentos de partirnos de risa, pero... partirnos de risa literalmente. De hecho, hubo un momento que yo no podía parar de reír porque había una señora a la que le estaba dando un chungo de la risa. Hubo momentos en los que bailaban, cantaban... pero también momentos serios. La verdad es que chapeau, debo de decir. El mensaje que también dejaban es que "todos somos el Abulkasem de alguien". Salimos del teatro maravilladas y nos dimos cuenta de que las mesas de la entrada del teatro, los árboles de alrededor y la puerta estaba llena de pintadas "On va Abulkasemer" "J'abulkasem" "Abulkasem président""Il faut chercher notre Abulkasem" ... Genial, genial.
Llegué a casa, cené un poco y me puse a leer.
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