lunes, 19 de septiembre de 2011

Vendredi: Mercadillo!

El viernes por la mañana quedamos Maddi, Anna y yo para volver a Marolles à la Place de Jeu de Balle donde todos los días por la mañana hay un mercadillo de cosas antiguas y de segunda mano. Para recordar: Marolles era el barrio obrero de aquí, muuuy típico.

Así pues, nos dirijimos contentas y olvidando la noche anterior a Marolles, nos dimos prisa porque después teníamos que ir a la facultad a por las tarjetas Sim (por diez euros tenemos 400sms gratis y si recargamos 15, son 4000= locura erasmusil vía sms).
Bueno, más bien... nos "intentamos" dar prisa porque se ve que a ninguna de las tres nos gusta un mercadillo (para NAAAAAAAADA...). Nos pasamos mucho tiempo viendo cosas y haciendo un poco el tonto... había cosas muy curiosas. Maddi se pilló una mini costurero tipo carterita muy guay.
Por cierto, ¡qué bueno eso de ir con italianas! Regateaban tan tranquilamente y consiguiendo que les bajaran el precio, no como yo que me dicen "20" y asiento.
En fin, después llegamos a la facultad ¡a por nuestras SIMs! Tras una cola y el olor a goffres del camión de la entrada de la facultad... decidimos... sí, ir a por uno (lo siento Pau, te iba a esperar pero no sabes cómo olía eso). Quedamos con Irene y Stella en unos bancos y nos fuimos las tres al camión de los goffres (aunque el hombre me transmitía desconfianza porque es como el "camión de los helados")

Terminando de comer nuestro delicioso goffre, llegó Marco, medio dormido como siempre (pensamos que ese es su estado natural) a por su tarjeta SIM. Se sentó con nosotras, Irene y Stella se fueron... y acabamos acompañando a Marco a por la tarjeta y yendo los cuatro a la Porte de Namur porque Anna y Maddi tenían que cambiar unas cosas en el HYM.
Tras ponernos sombreros, probarnos zapatos... etc que nos iba pasando Marco, terminamos Maddi y yo sentadas en la entrada de la tienda, pero dentro de ella, sin pensarlo... ¡muy cansadas! Eso sí, sin aburrirnos porque no parábamos de contarnos cosas mientras que Anna terminaba (Marco ya había huído porque tenía que mudarse, ¡por fin encontró piso!)
Terminamos, y nos fuimos para casa porque esa noche era la Welcome Dinner, aunque parecía que iba a ser un rollo porque ellas no habían pagado así que no tenían plaza, ni Marco, ni otros.
En fin, quedé con Irene y Stella para llegar y... ¡sorpresa! No había nadie en el punto de encuentro: sólo una suiza (¿o sueca?) a la que le había pasado lo mismo. Así que nos pusimos en marcha llamando a la gente y nos dijeron que fuéramos al Campus de la Pleine, de la universidad. ¿En un campus? ¿Pero la cena no iba a ser en un bar o algo? Pues no amigos, después de no sé cuánto tiempo para llegar al campus de la Pleine, y dentro de él, encontrar la cantine donde se iba a cenar, nos dimos cuenta de que mejor no haber pagado la cena. Aparte de la vergüenza de llegar tarde, de tener que levantarnos tipo cole a por las bandejas (trauma infantil, Irene haha) y comer patatas del McDonalds de hace dos días y unas albóndigas muy grandes y ... de sabor extraño... hubo una lotería en la que regalaban botellas de Vodka. Antonio se pasó la noche "a mí nunca me tocan estas cosas, blablaba... pues ea! le tocó una! Menos mal que a nosotras no, eso de levantarte, que te aplaudan y tener que hacerte una foto, no motiva nada.

Al menos, se pasó una buena cena con la gente, hablando y riéndonos, la verdad. Aunque no fuera tanto y que podían haber metido a más gente porque SÍ que había plazas, se pasó una buena noche. Después de la cena, nos fuimos un GRAAN grupo (lleno de españoles, menos mal que Max, Sandra, Andreia, Stella y dos canadienses más resistieron) a un bar por Ixelles. Un bar curioso pero guay.
En fin, para la vuelta quedé con Irene en que seguramente me acogería por eso de los autobuses y volverme sola y tal pero Antonio y Patricia, los dos granadinos sin casa, estaban cansados y se querían volver ya así que pensé... ¿y si se vienen a casa esta noche? Se lo comenté y aceptaron, así que ¡guay! Fuimos rumbo a casa: Patri y yo dormimos en la cama y a Antonio le hicimos una camita con jerseys, pañuelos y sábanas sobre la alfombra. Al menos esta noche iban a dormir más calentitos... Fue un poco un show porque claro, al vivir en casa de una familia no se puede meter a gente porque sí y tampoco se puede hacer ruido por las noches... etc. Así que nos véis a los tres subiendo de puntillas y haciendo el mínimo ruido posible...

¡tatatacháan!

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