viernes, 25 de noviembre de 2011

Voyage à Göteborg! 18-20 nov

El viernes me desperté temprano y salí con Sara dirección al metro para ir hasta Midi para coger el autobús para el aeropuerto de Charleroi, mi segunda casa.
Allí estaba Marco, nerviosito perdío para coger el autobús para irnos.

Porque... este viaje empieza unas semanas antes estando yo en casa por la tarde en train de lire. J'ai reçu l'appel de Marco:
- Martush, tu fais quoi?
- Euhh lire, pourquoi?
- Ok, je vais te proposer un truc. Tu fais quoi le weekend du 18novembre?
- Je crois que rien... pourquoi?
- Je te propose une nouvelle aventure: si tu veux, cherches de billets et s'il y a pas chers... achetes-les sans me dire la destination... et ce sera une surprise! Ça te dit?
- hahahahhahaha bah ok... pourquoi pas?



Llegamos al aeropuerto, pasamos los controles y: perfecto. No sale nuestro vuelo en la pantalla. Bueno, no pasa nada, nos quedamos esperando en unos bancos hasta que salió.
Ya en la puerta de embarque, Marco no paraba de mirar a la gente "Suède? Norvège? Afrique?" y momentos más tardes, por culpa de un fallo de ordenador, descubrió el destino. Su reacción fue bastante buena: dar saltos y abrazos.
El vuelo fue bien aunque por culpa de mi resfriado me quería arrancar las orejas. Llegamos al aeropuerto, que estaba al lado de un bosque,  y tuvimos que esperar un ratito a que llegara el autobús que nos llevaba a la ciudad.
Primera impresión de Gotemburgo: bonita, gente muy grande y rubia, y fresquito. El albergue estaba genial: parecía un minihotel antes que un albergue de jóvenes (si es que estos suecos...) y, por supuesto, todo era de IKEA. Ya era como un juego: mirar algo y decir... ¡Ikea! Y ponernos a buscar el sello de Ikea por algún lado.
Compramos algo para alimentarnos en un supermercado de al lado y salimos luego rumbo a la Haga y al centro de la ciudad. Lo malo es que se hacía de noche muuuuuuy pronto y que a 18h, ¡hasta las cafeterías cerraban! Pero bueno, estuvimos dando un rodeo por allí. Todo muy bonito, la ciudad es muy agradable y pequeñita. Marco dijo que le gustaba hasta más que Bruselas...¡¡poca broma con esos comentarios!!

Nos recogimos pronto para despertarnos al día siguiente para continuar explorando la pequeña Suecia. Conocimos a nuestr@ compañer@ de habitación, ese ser tan extraño y grande que no se movía, con las manos metidas en los bolsillos de su chaquetón y miraba hacia la ventana. Marco decía que era un hombre, y yo que era una mujer. A la mañana siguiente nos lo cruzamos por el pasillo y oímos su voz porque un chaval del albergue lo acompañó hasta la habitación y le abrió la puerta, no sabemos porqué, y oímos su voz... pensamos que era una mujer. Menos mal que desapareció y no la volvimos a ver.
El desayuno en el albergue consistía en cosas muy suecas (muy supermercado del Ikea) con cosas extrañas. Había desde galletitas de jenjibre hasta bollos extraños, embutido extraño, mucho queso, y "caviar" que la gente se lo echaba en el pan. Supongo que era una especie de mermelada pero venía en tubos como de pasta de dientes. Muy raro... Y no me entendía con el microondas, Marco me tenía que calentar la leche... Lo único que no me parecía lógico.
Eso sí, todos los platos, tazas, cubiertos, bandejas... IKEAAAAAAAAAAAAAA. Quisimos buscar un Ikea para ir, madre mía ¡un Ikea en la tierra de los Ikeas!, pero estaba a las afueras, cosa que no nos gustó nada. ¿¿Por qué?? Deberían tener una central ahí en la ciudad.
Bueno, cargados de energía nos dispusimos a salir a pesar de que el cielo estaba bastante feo... Fuimos al centro para verlo de día y "con vida". Dato remarcable: hay un montón de tiendas de música. Supongo que es por el frío, ¿no? Me suena haber visto en un reportaje que, debido al frío en invierno y al no poder hacer nada, los suecos o los habitantes de algunos países de estos nórdicos, eran muy buenos músicos, ¡porque no pueden hacer otra cosa en invierno! Buscan distracciones...
Hay una zona muy chula del centro, bueno, más bien del barrio de la Haga, donde hay muchas tiendas de antigüedades y librerías de segunda mano. De hecho, es lo que sale en la foto:






H&M hay en cada esquina también, ¡porque viene de allí! Y efectivamente, entramos en uno (un par). Y comprobé que las típicas cosas feas y cutres que hay que nadie se prueba, aquellas de las que comentamos "las suecas se vestirán así"... Sí, efectivamente, todo ese tipo de ropa se lo prueban por allí. De hecho, los maniquís de los escaparates van vestidos así.
Fuimos a la Catedral, que está en medio de las calles del centro de tiendas, y no es muy bonita la verdad. Lo mágico fue entrar dentro y que hubiera un coro cantando. Se ve que allí aquello es habitual. Tras seguis investigando el centro con sus edificios bonitos y observar a los suecos (GRANDES y las chicas guapísimas), fuimos en busca del Liseberg, un parque de atracciones muy famoso donde se supone que estaba el mercadillo navideño. Estaba un poco lejos del centro, pero fuimos andando para conocer mejor la ciudad (y porque al fin y al cabo... la ciudad no es que fuera muy grande).
Pasamos por boulevares muy grandes y bonitos, y llegamos a la puerta del Museo de Bellas Artes ¡donde había una exposición de Frida Kahlo! Pero, sinceramente, yo estaba tan emocionada por ir a un mercadillo navideño en un país tan nórdico... que no entramos ( y sí, ahora me arrepiento).

En fin, llegando al parque de atracciones, encontramos N I E V E. Pero era una montañita en medio de una calle... Mi reacción fue gritar "NEEEEIGE!!!", nos tiramos un par de bolas de nieve y Marco me hizo subirme en la montañita para que se vea que he visto la nieve. Parecía una paleta que nunca había visto la nieve, lo digo muy en serio. Lo que aún no sé es de dónde salió esa montañita de nieve... quizás para turistas como yo que vamos a países nórdicos a finales de noviembre para ver la NIEVE...


Otra cosa que me gustó mucho es los pocos turistas que había. No es como otro tipo de ciudades que las ves preparadas para turistas, como todo un poco "falso"... como algunas zonas de París, por ejemplo. ¡Allí todo era típico al máximo! 
Bueno, entramos en el Parque de atracciones y era como... una ciudad de Navidad de los cuentos que leemos. Todo taaaaaan tíiiiiiipico... Además, como no había nieve real, estaba todo decorado con nieve falsa. Había muchos puestecitos con bouffe (comida) de los que podías probar. Compramos una especie de bollo enorme así como enrollado de canela, jenjibre... muy bueno pero acabamos hasta arriba (¡se lo ha terminado Sara aquí en Bruselas!). Realmente, no era un mercadillo navideño. Había varias tiendas como en Disneyland Paris pero con decoración navideña y poco más. No sé si es porque se estrenó ese día o qué... pero estuvo muy guay. Muchos niños suecos por allí... El parque tenía hasta un zoo y te podías dar un paseo... ¡EN RENO! ¡Sí, sí! ¡Tuve a un reno justo a mi lado! Yo muy emocionada, no como otros... canadienses que dicen que los renos de por allí son más bonitos... (la verdad es que los de allí tenían un poco de mal aspecto, pero a mi me daba igual... ¡podías darte un paseo en trineo!)


De allí, que nos pasamos bastante tiempo... nos fuimos como a una especie de Jardín Botánico que había justo al lado y volvimos a la zona del centro. Nos tomamos un té calentito dentro de un "centro comercial". Después me di cuenta de que hay "centros comerciales" que en realidad son calles de la ciudad pero por el frío, las hacen cubiertas y son como un centro comercial pero con los nombres de las calles puestos sobre las paredes y señales, una cosa más raraaaa... pero muy lógica, muy sueca.
Dimos una pequeña vuelta y poco más porque eran cerca de las siete y ¡estaba ya todo muerto! Nos fuimos a comprarnos cena en el supermercado de al lado del albergue y comimos en el salón más silencioso del mundo, el del albergue, donde masticar supone ruido. Estuvimos jugando a los típicos juegos de lógica con papel y poco más. En ese momento entendimos lo de las tiendas de música... Menos mal que Marco hizo como buen sueco y se compró un Jaw harp (no sé cómo se dice en español...).

Nos acostamos ya que al día siguiente nos tocaba madrugar. Esta vez nuestros compañeros de habitación fueron dos chavales suecos.
Ah, tengo que comentar que los baños con la ducha tenían como una especie de... "fregona" para cuando salieras de la ducha, limpiar un poco el suelo ya que tenías el water y el lavabo por allí, y la gente lo hacía porque aquello estaba limpio. ¡Ah! Y ¡¡teníamos una sauna!! Pero no la usamos porque había que pagar de más, creo. Y tampoco era plan de meterse en una sauna, la verdad.
En fin, a la mañana siguiente desayunamos en plan triste ya que "era nuestro último viaje, ooh" y salimos a la calle y, sorpresa... Un cielo azul... pero azul... con todas sus letras: A-Z-U-L. ¡¡¡¡¡Qué coraje más grande!!!! Después de pasarnos el fin de semana con todo oscuro, va y sol y cielo azul, ¡arg!
Nos fuimos a la estación para coger el autobús y... ¡de nuevo sorpresa! Me equivoqué con los horarios del avión así que teníamos dos horas por delante. Nos pilló un poco de improviso así que hasta que reaccionamos, decidimos ir al puerto que estaba justo al lado y con el bonito día que hacía, tenía que estar bonito. Y efectivamente, estaba muy bonito. El agua tenía un color muy bonito y había barquitos, se veían montañitas... y había como una especie de exposición con partes de barcos, un poco raro pero curioso.


Estuvimos allí un buen rato hasta que volvimos a la gare a esperar al autobús. Porque teníamos que coger el autobús exacto que nos tocaba para nuestro vuelo. ¡¡Si es que estos suecos...!!
El aeropuerto, que no lo he comentado... es enano. De hecho sólo pasas un control digamos y ya estás en la puerta de embarque. Y la pista está al lado de un bosque superbonito. Entraban ganas de irse corriendo al bosque en plan película norteña.

En fin, cogimos el avión, llegamos aquí y nada... ¡se acabaron nuestras aventuras!

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