Después del trabajo, me fui corriendo para clase (de nuevo pasta de la facultad... ya cogiéndole asquito y haciéndome amiga del italiano que me aconseja que salsa ponerle) y a francés medieval. Lucía llegó tarde, así que estuvo sólo en la segunda hora pero llegó con... ¡una botella de agua y un muffin de chocolate! ¡Ohhhhh, que llegue tarde todos los días! Fue un detalle muy bonito, por la fanta del día anterior.
Acabó la clase y el sol que brillaba durante todo el día se fue para dar paso a la lluvia. Pero eso no me iba a impedir llegar hoy al centro con las tiendas abiertas. Me puse el pañuelo en la cabeza cual musulmana y para allá que me fui.
Paseé de nuevo por las zapaterías y por fin encontré unas botitas que me gustaran. Y menos mal porque ese día iba con las botas andando como podía porque ya están para jubilarlas.
Cartel en una librería de Londres. |
Así que más contenta que nadie con mis nuevas compras, me volví a casa (en tranvía por la lluvia...) y aquí me quedé haciendo cosillas hasta que me acosté.
Por supuesto, yo quiero ver las botas!
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