domingo, 2 de octubre de 2011

Samedi: Turismo et Nuit Blanche.

El sábado nos despertamos por la mañana con un calorrrrrrrrrrrrrrrrrrr... Qué calor hace en esta ciudad.
Nos duchamos, desayunamos y tiramos para Marolles, para comenzar bien la mañana. Quería llevar a Marina a todas las tiendas Vintages de segunda mano y antigüedades que hay por allí, ya que a ella le gustan mucho también. De hecho, acerté porque se compró unas botas en una tienda y me dijo que tenía que volver a Bruselas sólo por ese barrio. Es genial, además, con el buen día que hacía el sábado (bueno... CALOR) estaba toooodo el mundo en la calle. Mucha música y gente tocando. De hecho, en un bar había un grupo tocando rock-and-roll en directo a ritmo de Elvis Presley.


La foto es de la calle en la que no había mucho ambiente, pero me gusta mucho.
Entramos en una tienda que siempre pillaba cerrada llena de artesanía africana... pero llena, repleta... que no te podías mover mucho de lo estrecha que es y la de cosas que hay. Tuve que salir pitando, obviamente, porque sino me hubiera llevado todo. Había máscaras, figuritas, complementos... Con eso de que El Congo fue colonia, esto está repleto de cosas africanas, cosa que hace que me guste aún más la ciudad.
Sin darnos cuenta, encontramos la mayoría de las paredes que tienen pintadas viñetas de Hergé.


La verdad es que había un ambiente tan bueno en el barrio, que me entraban ganas de quedarnos allí a comer y a pasar el día peeero NO. El resto de Bruselas nos esperaba.
Nos fuimos dando un paseo hasta la zona del centro. Vimos el Palacio Real, la Grand Place, el Maneken pis... etc. Y comimos ¡Frites! En principio ibamos buscando otro sitio pero... acabamos con un paquete de frites para las dos. Probé la salsa Tartare (por tí, Irene) y estaba muy muy muy rica, pero me quedo con la Andalouse, lo siento.
La verdad es que había muchísima gente en la calle, un ambiente muy bueno y muchos músicos tocando por la calle, como siempre. Había un abuelo alemán que nos enamoró, y nos pasamos un rato escuchándole tocar, hasta Marina le dejó un poco de dinero. Cuando terminó, se le acercó un señor muy bien vestido y cuando nos dimos cuenta, le estaba cantando algo de Charles Aznavour muy motivado, incluso con coreografía, fue bastante curioso (quiero decir... gracioso).
Quedamos con Madou, que se vino por la tarde un rato y comimos GOOOFRES. Por dios, qué horror de días de comer cosas así, ya esta semana se ha acabado, por supuesto.
Fuimos a la tienda Tintín y me compré una taza para tenerla aquí. Así por las mañanas puedo desayunar en mi taza.

De ahí, llevamos a Marina a ver a la niña que mea (momento ordinario) y al Delirium para que viera el bar y probara la Kriek, una cerveza de cerezas muy típica de aquí. Todo muy típico belga, ¿no?: Frites, gofres y cerveza. Ah bueno, y chocolate del Leonidas, que fuimos a gorronear.
Al final estábamos bastante cansadas, así que nos vinimos a casa para reposarnos, cenar y salir luego porque era la Nuit Blanche en Bruselas. Estuvimos buscando en tres oficinas de turismo distintas el programa y no les quedaba, y la página web no funcionaba porque estaría colapsada, así que salimos un poco sin saber. Pensamos en ir al museo de Arte contemporáneo y al Magritte, pero sin saber realmente si iban a estar abiertos o no (porque en teoría la Nuit Blanche es especial por los museos abiertos, pero aquí es por las actividades que realizan durante la noche).
En fin, quedamos con Maddi y otra italiana (quién digamos... no soportamos mucho) y se vinieron al principio también Elena, Federica y Emil, tres italianos simpáticos pero que van siempre a su bola y de hecho, en un momento nos perdimos de ellos y no los volvimos a ver en toda la noche. Bah, tant pis pour eux. Menos mal que nos encontramos a dos españolas con un programa de la noche y me acerqué corriendo para saber dónde podía conseguir uno.
En fin, una vez con él (¡HURRA!), nos dimos cuenta de la cantidad de espectáculos y actividades que había así que nos pusimos en marcha. Fuimos primero a uno bastante raro: en un escaparate de una tienda, se hacía una especie de teatro con luces, música pop-electrónica o no sé qué... Los actores salieron de una caja como si fueran Barbies y empezaron a moverse y a cantar al ritmo de la música. Muy RARO, nos reímos bastante al principio de lo absurdo que era pero, al darnos cuenta de que eso duraba 40minutos, huímos.
De ahí, fuimos a otro edificio en el que nos equivocamos al entrar y llegamos a una fiesta con Djs (había un montón), bajamos y llegamos a la sala donde era una especie de conversación con fantasmas, que resultó ser una habitación pequeña, con poca luz y una cinta que no se oía bien porque la gente iba borracha y gritaba.
De ahí intentamos ir a otro lado donde te metías en una sala insonorizada y gritabas, entonces con efectos, veías las formas de tu grito... blablabla. Cuando llegamos, resultó ser una fiesta de la espuma con gente borracha en la calle.
Estuvimos a punto de irnos porque no soportábamos más a la italiana, pero no queríamos dejar a Maddi. De hecho, estábamos organizando para irnos Marina, Maddi y yo a casa a ver una peli... Pero nos teníamos que "deshacer" de la otra. Sé que suena mal pero es así.
En fin, era cerca de la una y a esa hora acababan la mayoría de las actividades así que dimos una última oportunidad a la Nuit Blanche y a la italiana y fuimos al aula de la jeunesse. Esperamos la cola para entrar y fuimos con cuatro flamencos. Os cuento porque fue de lo más absurdo. Eran varias fases por distintas salas: la primera, en la que te "metían miedo"; pasabas a un pasillo donde te esperaban y te hacían cantar una canción sobre un hombre que era muy malo, blablabla; de ahí a otra sala en la que nos pintaron un punto azul (weak) y otro rojo (strong) en la frente, y teníamos que apoyar la frente en una especie de azulejo que nos dieron para ver qué color salía más fuerte, y dependiendo de eso, pues sabías si eras fuerte o débil (sin sentido porque no sirvió para nada luego); de ahí, tuvimos que ponernos todos en cola con otro chaval que se creía un hobbit de Tolkien o algo así, dándonos de beber de un "caldero" una "bebida mágica" (chupito de vodka, terrible) con un cucharón; de ahí... pasamos a otra sala donde nos hicieron un collage con luces, sonidos raros... y cada uno tenía que hacer una estupidez delante de una cámara. El resultado era imagen distorsionada, voz distorsionada... "¡qué guay!". Y ahí fue cuando huímos. Vimos que la siguiente "fase" era ponerte unos zapatos pegados al suelo enormes y dejarte caer hacia delante y hacia atrás con una coreografía, con un cámara que nos grababa que nos grababa cual reportaje de Andalucía Directo. Efectivamente, en cuanto pillamos a la gente desprevenida, salimos por patas.
Fue un momento taaaaan absurdo, que yo salí y empecé con la risa floja. A la italiana casi le pego un chillido porque quería ver cosas y con lo "lasia" que es... ¿Para qué quieres estar en la calle si ves que está siendo una mierda? ¡Mejor en casa! Sé que podría haber llamado a Irene, Max, Antonio... o quién sea para unirnos con ellos pero la verdad, es que estábamos muy cansadas y vimos de qué iba la cosa más o menos.
La place Sainte-Cathérine estaba muy bien porque había como una especia de chiringuito montado pero bueno, tampoco era nada del otro mundo. Para nosotras, la Nuit Blanche ha sido: gente borracha por toda la ciudad, espectáculos sin sentido para gente borracha.
Supongo que habría uno que estaba bien pero la verdad, después de los fiascos, no me apetecía seguir investigando.
Así pues, nos fuimos a buscar el autobús nocturno (porque al ser la Nuit Blanche había hasta 5h y gratis) y quedamos en que Maddi se iba a quedar en casa a dormir para no volverse sola (Anna ha estado en Italia este finde). Pero ahora llega otro momento de querer pegar a la otra italiana: seguía diciendo que se quería quedar, y Maddi se sentía obligada a quedarse con ella porque fue ella quién le avisó blabla... Resultado: llega nuestro autobús, lo perdemos porque la tía esta no se aclaraba, y Maddi se sube en un autobús equivocado pensando que era el nuestro.
Tuvimos que esperar a la pobre, que encontró el camino de vuelta, y esperar al siguiente.
Ya en casa llegamos, nos tranquilizamos, comimos una fruta y nos metimos en el cuarto. Marina se quedó dormida al instante, pero Madou y yo nos pasamos casi toda la noche hablando. Había decidido que en cuanto hubiera un poco de luz, saldría hacia su casa. Obviamente, hubo momentos en los que el sueño nos venció y nos quedábamos dormidas. Vaya cuadro, las tres en mi cama engurruñadas. Por Marina y yo bien porque somos pequeñas y nos hacemos una bola, pero la pobre Maddi con lo alta qué es...
En fin, cuando salió un poco de luz ya se fue a su casa, y Marina y yo nos cambiamos y nos acostamos, esta vez sin poner el despertador...

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