jueves, 27 de octubre de 2011

Voyage à Riga du 20 au 23 octobre.

Llegamos a Riga y lo primero que hicimos fue un sitio donde cambiar el dinero a letones y sus "sentimus" (parece canis diciendo "sentimus"). Bus para el centro de la ciudad y pasamos por el barrio más soviético que hay en Riga, o eso pensamos: todos los edificios rectangulares, con las ventanas, sin nada... grises... las calles anchas y edificio tras edificio. Típico momento en el que piensas "¿pero a dónde c** he venido?".
Al llegar al albergue atravesamos parte del casco histórico: mmmuy bonito. Pero no hacía más que preguntarme "¿Dónde está la gente aqui?". Hay pocas personas por la calle, y de las pocas, la mayoría son señores mayores que piden en la calle o trabajan. Había una señora muy bien vestida que veíamos todos los días pidiendo; u otra que vimos el primer día bailando por la calle con un casette. En fin, la "recepcionista" del hostal (entre comillas porque descubrimos que vivía allí también en una habitación) era muy letona/rusa/del este. Nos hablaba medio en letón medio en inglés y tras media hora, conseguimos enterarnos más o menos de lo que nos quería decir. Dejamos las maletas en la recepción y fuimos a dar una vuelta hasta poder entrar en la habitación.
Al volver, nos metimos en la habitación de 12 que APESTABA. Qué asco. Pero bueno, intentamos concienciarnos, descansamos un poco y salimos otra vez a la calle. Lo mejor fue al volver para cenar. Nos encontramos a nuestros compañeros de hostal y de habitación: todos parecían sacados de una novela. Puretas que parecían de la mafia rusa. Estaba el señor de la bata de flores que bebía mucha cerveza y veía programa de gente desaparecida en la tele; el señor enchaquetado con un Nokia en blanco y negro de los primeros que salía y al que le faltaba media dentadura; el señor canoso con bigote y su bolsa de plástico; la "rata" que era uno que estaba metido en la habitación con el ordenador con cara de enfermo; y más siniestros... Al ver el panorama, decidimos pasarnos a la habitación doble para estar más tranquilos y meenos mal porque vaya tela. Encima yo era la única chica, aparte de nuestra querida recepcionista que, no sé cómo lo hacía pero el albergue estaba muy guarro y ella parecía que se pasaba el día limpiando.
En fin, aparte de ese incidente, de que las duchas apestaran y de que saliera polvo de nuestra cama: todo muy bien.
El primer día hicimos un recorrido por parte del centro pasando por el castillo, la catedral (nuestro albergue estaba en la plaza de la catedral), el monumento a la libertad, la torre de pólvora, los gremios... y acabamos tomando un chocolat chaud y un café en una cafetería muy bonita enfrente del monumento a la libertad.


Y esa noche descubrimos el gran LIDO, gracias al cual comimos todos los días. Se trata de una cadena de restaurantes tipo buffet muy baratos y con comida típica de allí. Nos lo aconsejó Youness y la verdad es que comimos tooodos los días por allí. ¡Qué cosa más rica! Lo que más me gustó fue un lomo de pescado (ni idea de cual... algo parecido a la merluza) que por encima tenía como una especie de bechamel hecha de zanahorias riquísima. Y un arroz con pollo y zanahorias que me daba sabor también a canela o algo así... QUÉ RICO.

La mañana del día siguiente la dedicamos a todo lo que es Art Nouveau. Fuimos por la calle Alberta y alrededores donde hay muchos edificios y entramos en el Museo de Art Nouveau. Toda esa parte me encantó también, la verdad es que iba por la casa museo y no paraba de pensar en las ganas que tenía de ver una película o leer una novela ambientada en aquella época.

Pasamos por un montón de parques, porque allí hay muchos. Además, son digamos... parques abiertos, que no se cierran con una verja sino que son abiertos. Y con el otoño... ¡estaba todo tan bonito y otoñal!


Comimos en nuestro querido Lido y después fuimos a la enoorme Iglesia Ortodoxa que hay allí. Es muy muuy bonita y me resultó muy curioso entrar ya que nunca había estado en ninguna: en vez de un gran altar como normalmente, estaba el "grande" pero además muchos pequeñitos por la Iglesia y las personas iban haciendo una especie de tour con muchas reverencias y gesticulación. La verdad es que son tela de religiosos por allí.

Paseando, acabamos en la facultad de allí de Bellas Artes donde había una exposición de proyectos que habían hecho los alumnos. El edificio es precioso, dentro tiene unas pedazos de vidrieras. Claro que no tenemos nada que envidiarle, teniendo nosotros nuestra Fábrica de Tabacos, pero era precioso igualmente. Y ¿cómo supimos lo de la exposición? Pues porque nos cruzamos con una chica que acababa de estar y nos dijo que entráramos. Supongo que necesitaría publicidad o algo, pero estuvo muy bien.
Después entramos en el Museo de Bellas Artes de allí que está muy bien y donde descubrí a dos autores que me gustaron mucho. Y resultó que eran los creadores del arte letón. Os pongo alguna obra:

Rozentals.


Valters.

 

Luego dimos una vuelta por el centro buscando edificios que nos faltaban: la casa del gato, los tres hermanos...
Pasamos por el albergue para descansar y Abdala hizo una tentativa de conocer a letones ya que llegaron dos chavales de nuestra edad al albergue. Yo me quedé en el cuarto pero cuando salimos para cenar me dijo que habíamos quedado con ellos para tomar algo luego. Cenamos y al volver al albergue para quedar con ellos vi el plantel: el chaval era siniestro al máximo, le faltaba además media dentadura y la chavala era linda, poco rara. No fuimos con ellos porque se quedaron en el albergue así que salimos a la búsqueda de un bar del que habíamos oído hablar que tenía mucho ambiente y blablabla... Efectivamente, no lo encontramos así que terminamos en otra cafetería con otro chocolat chaud. Yo me quedaba dormida por las esquinas porque entre el cansancio y que me había resfriado no estaba al 100% así que nos subimos al hostal. Ese día nos lo pasamos cada vez que estábamos en un sitio con wifi conectados buscando información ya que coincidió la muerte de Gadafi con lo de ETA, ayayayy ¡y nosotros en la otra punta de Europa!

Al día siguiente nos levantamos y fuimos directamente a buscar la Iglesia de San Pedro, la Casa de las Cabezas Negras y a entrar en el Museo de la ocupación. La verdad es que el museo estuvo realmente bien: contaba la historia de Letonia del siglo XX y había muchas fotos, documentos originales, reproduciones, y objetos originales (desde un traje pasando por pañuelo bordado con espinas de pescado, como una trenza, un libro con cosas escondidas en la contraportada, dibujos de niños... todo donaciones).
El museo era gratis pero podías hacer una donación. Cuando nos ibamos estaban preparando como un documental para ver allí todos juntos. La verdad es que daba la sensación de asociación o algo así y al salir y ver a todos los señores que sabes que han vivido todo lo que acabas de leer... da respeto.
En fin, después de comer dimos una vuelta por otra zona del centro con edificios bonitos e intentamos entrar en el museo de la fotografía pero cuando llegamos allí nos dimos cuenta de que nos habíamos quedado sin letones: bieeeeeeeeeen, marcha atrás.
Acabamos entrando en el Museo de la Guerra, que está dentro de la Torre de Pólvora. Estaba bien lo que pasa es que me aburrió un poco ya que el tema de ver armas y tal no me motiva mucho. Aún así, en la últimas partes había reproducciones de lugares como el despacho de Stalin, algo más "divertido" e interesante para mi.
Dimos una vuelta por el centro pasando por las zonas que más nos gustaron, volvimos a la cafetería del primer día, cenamos y nos fuimos al albergue para preparar la maleta para el día siguiente y ver Informe Semanal para enterarnos bien de lo que estaba pasando, a pesar de leer los periódicos online. ¡En esos momentos te sientes que estás realmente fuera de casa!


Comentarios a hacer en cuanto a Riga: ciudad muy bonita y distinta a todo lo que tenemos por aquí. Gente fría y sosa. Mucho anciano trabajando y por la calle (desde una abuela barrendera, pasando por la que bailaba para pedir dinero a los que trabajan en los museos o tiendas). Comida: RICA. Un buen sitio para ir a pasar un fin de semana. Un viaje muy muy cultural.


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