domingo, 2 de octubre de 2011

Jeudi: un día de no parar.

Gracias a Gemma y Ángel, conseguí una batidora "¡¡bien!!". Me han dejado una que tienen en casa sin usar para que me haga el avío para tema cremas, lentejas... etc.
En fin, el miércoles me acosté prontito porque estaba cansada, pensando además en el día siguiente. Tuve suerte porque no tenía clase a las ocho de la mañana, así que entré a las diez a clase de literatura belga. Fue una clase... muy muy interesante. Me esperaba la típica mañana de clase de literatura, en la que te quieres salir por la ventana del tostón que te está diciendo el profesor, pero fue totalmente distinto. El profesor hizo durante las dos horas una presentación sobre la situación de la literatura belga. Por ejemplo, en los colegios aquí, no suelen dar autores belgas como tema obligatorio. Son los alumnos cuando son mayores los que deciden si quieren cursar o no la clase de literatura belga, la que supongo que pocos escogerán porque "literatura" suele ser sinónimo de "siesta". En fin, hizo guiños a todos los países, nos estuvo explicando la situación con los dos idiomas, incluso reyes que en vez de representarse en los cuadros con un libro de literatura de su nación, se representaban con otro objeto. Se les ha ignorado mucho y para hacerse notar han tenido que, a lo largo de la historia, elaborar "estrategias" .
En fin, la clase estuvo muy interesante. También puede ser porque nunca he dado clase de literatura belga, por lo que me resulta totalmente desconocida.

Al terminar la clase, me fui a comprarle a Marina una entrada para la Nocturne de la ULB y corrí al barrio de Marolles donde había quedado con Pau para ir al marché a buscarse una bici. Le enseñé a Pau un poco el barrio (qué bonito que esssss) y tras dar una vuelta por el mercado, donde encontró una bici nueva por 35 euros que habrá que ir a buscarla otro día, nos fuimos al centro dando un paseo.



Por allí dimos una vuelta, y esperamos a Sandra y Andreia, las dos chicas portuguesas, con las que había quedado para comer porque hacía mucho que no nos veíamos. Se trajeron a otra chica portuguesa y a un francés de Lille amigos de ellas. Así que muertos de hambre (horario guiri) acabamos tomándonos un bocata del Subway, comida americana de bocadillos tipo Starbucks porque tienes que decidir todo: ¿15 o 30cm? ¿pan blanco, de orégano, de cereal? ¿qué quieres dentro? Y cuando piensas que ya has terminado, tienes que decidir los complementos para meter en el bocadillo e incluso una salsa... Yo sólo quería un bocadillo porque tenía mucha hambre y para conseguirlo, después de tantas preguntas, hasta se te olvida qué habías pedido. Eso sí, estaba rico.

Tras la comida, dimos una vuelta por unas tiendas del centro porque una de las portuguesas (la nueva... rara) quería ver no sé qué, así que Pau y yo nos metimos en el HYM (que parece que sólo hay HYMs aquí).
¡Ah! Y episodio ir a por una tarjeta SIM para Pau. Resulta que los chavales que atendían eran tela de simpáticos y graciosos, así que estuvimos un rato riéndonos con ellos. Sobretodo, con la espontaneidad y naturalidad innata de Pau, en el momento en el que al pagar dio un billete de 50euros y vimo cómo comprobaba que no era falso (lo restregó contra una hoja de papel para ver si salía tinta o no). Una cosa rarísima por la que nos entró un ataque de risa a todos. Hablamos del tema más recurrido "qué calor hace en Bruselas, venimos de Sevilla huyendo del calor y nos encontramos aquí con esta temperatura blablabla" pero fueron muy muy amables.

De ahí, me fui dando un paseo a casa (tardo el mismo tiempo andando que en autobús) y me encontré con la sorpresa de que no tenía internet. Así que me puse a recoger, a hacer cosas, y acabé tumbada en la cama mirando la guía de Bruselas cuando... ¡sorpresa! Deniz estaba llamando a mi puerta "Aaaaaah siempre me pilla en los peores momentos". Resulta que ha cambiado la red Wifi, la contraseña y no sé qué y por eso no tenía internet y de hecho me fue muuuuuuuy lento ese día.

Así que con el internet puesto, hablé un poco por Skype (lo que me dejaba porque se iba la conexión cada dos por tres) y salí corriendo en busca de Pau e Irene con los que había quedado hacía una hora casi. Quedamos en Flagey, que para llegar casi me cargo a alguien de lo que tardó en llegar el tranvía... Pasé por la Avenue Louise (la de las tiendas caras) y debía de ser un día especial porque había securatas en la puerta de las tiendas, los ricos de gala comprando, buffetes, cochazos paseándose, incluso una cámara de televisión.
En fin, de Flagey nos fuimos a Uccle, barrio que está "muy lejos" a casa de Antonio, Patri, Bea... Porque era su "fiesta de inauguración". La casa (enorme por cierto, con restos de haber sido un albergue juvenil) estaba plagada de españoles, aunque había un grupo de indios (uno de sus compañeros de piso es indio) y por allí andaba Barbara, la polaca y nuestro siempre fiel Max (chillido a lo bruto).


Conocí a españoles nuevos (es lo que tiene...) y Pau se integró como uno más (sé que nadie se esperaba menos de él). Además, momentazo de la noche en el que Max está hablando con unos chavales y me acerco y uno me dice:
- "Where are you from?" (Había un portugués y Max, así que idioma oficial el inglés).
Le respondo "Spain, and you?" y me dice "Germany" con una cara de pillo... impresionante.
Me entra la risa, le miro y le digo con acento exagerado:
- Tú no ereh alemán.
- Es cierto, soy españóh.
- ¡Ves tú!
- Soy de Cai...
- ¡No me digah!
- Ji, ji... de Zanlúcah.
¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
No me podía creer que en Bruselas, de Erasmus, me fuera a encontrar a un SANLUQUEÑO.
Obviamente, busqué a Pau y nos pusimos a hablar con él, yo sin poder creerme que estaba ante un sanluqueño que vive por Bonanza.

En fin, a pesar de estar rodeada de españoles (cosa que no quería en mi Erasmus) pasamos una buena noche y de casa de esta gente, un grupo nos fuimos al Salsa Bar. Allí fue una de las primeras fiestas Erasmus, y se ve que todos los jueves va a haber una "kedada". Para allá nos fuimos un grupo de unos ocho españoles con Max, siempre presente. Al llegar nos encontramos a Marco, que estaba por allí con Elena y Federica, dos italianas que son un pack porque van juntas a todos los lados.
Pasamos allí el resto de la noche y acabamos volviéndonos Irene, Pau y yo juntos a casa de Irene para no irnos sólos.
Intentamos regatear un poco con los taxis porque no es como en Sevilla, que si te quieres volver en taxi tienes que correr para intentar que pare... qué va. Aquí se van por las zonas de marcha, y paran cerca, o dan vueltas muy lentitas por si alguien quiere. Y antes de subir, tienes que acordar el precio del viaje, sino te la puede pegar.

En fin, llegamos a casa de Irene muertos de sueño y nos acostamos hasta el día siguiente que llega Marina...

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